martes, 31 de enero de 2012

Mi canción.

Un año,  un beso,  una canción.

Enero de 2012

Jorge Drexler suena en los altavoces, en la pared cuelga un signo de la paz multicolor,  un poema de Pablo Neruda descansa sobre el escritorio y Ruíz Zafón espera sobre la mesilla. Yo sentada sobre su cama,  el único arte que conozco es dejarme besar.
Sentir sus labios cálidos y sus manos frías. Mi corazón suena con ecos lejanos en mi pecho,  desbordado y aun así sereno.
Toca mi canción,  dulce y silenciosa como un susurro sobre mi oreja. Una canción que habla de azúcar y besos,  me promete futuros lejanos y me recuerdan un primer momento, en el que estamos solos en una ciudad nueva y conocida al mismo tiempo. “Yo no puedo ser más feliz” recita mi canción,  y yo sonrío sin poder parar de pensar,  en cuánto le quiero,  en lo feliz que soy,  en los momentos en la azotea y en la playa,  en la playa y en la azotea. Sitios especiales,  pero innecesarios siempre que esté con él.
Daytona y Paca ya son amigas de toda la vida. Una antigua modelo que recuerda su viejo glamour en las manos de otro chico; una anciana amiga que recuerda un antiguo amor romántico y apasionado cuando tocaban con sus acordes “Ojos de piel de grana”,  hace ya tanto que,  ese amor se convirtió en rutina.
Cojo a Daytona y me dejo observar mirando sus ojos brillantes y enamorados de mí. Mi guitarra y vos – susurra. Pero qué decir. Cada uno da lo que recibe,  luego recibe lo que da.

Happy :)

sábado, 31 de diciembre de 2011

Paseo navideño.

Los hábitos hacen costumbres, este año ha sido el primero desde hace mucho tiempo que no vagabundeo por las calles de Granada con mi padre en busca de libros viejos. Porque desde aquella tarde se convirtió en algo que hacíamos los dos solos, juntos. Pasábamos la tarde hablando entre la gente y entrábamos en uno de esos establecimientos tan curiosos, llenos de historias viejas que ya no se volverán a editar. Historias que parecen estar esperando a que mi padre las encuentre.
He echado de menos ese paseo este año, pero fue extrañamente reemplazado por una mágica visita a la catedral, la cual hemos visto ambos decenas de veces. Pero esta vez no nos fijábamos en las columnas por su belleza arquitectónica, sino por algo mucho más misterioso y digno de tener una historia solo para él, el reloj de la catedral.
PD:Como siempre gracias a mi tio por prestarme la foto.

Diciembre de 2011
Aquella navidad hacía muchísimo frío, un frío que congelaba el agua de las fuentes y vestía las manos de guantes de lana.
Mi padre siempre ha sido un alma libre que en navidades se veía ahogada en un diminuto y sofocante piso de aquella ciudad iluminada con luces de miles de colores.
Toda la ciudad se vestía de navidad y todas las calles del centro se llenaban de gente con las narices rojas y un deseo en los ojos. El aire olía a la promesa de los regalos sobre los zapatos, olía a un año que se va, olía a bolas doradas y a frío, mucho frío. Un frío que convertía mi aliento en una nube blanca.
Aun recuerdo mi nariz helada, mis orejas protegidas por un gorro de lana, una bufanda gruesa y gustosa sobre mi cuello y el mejor abrigo que he tenido jamás. Pero no llevaba guantes, no los llevaba para poder sentir la piel cálida de la mano de mi padre que cogía la mía con firmeza. Mi padre mantenía mi fría y diminuta mano bien agarrada para que no me perdiese entre la muchedumbre de la Gran Vía o en la inmensidad de la plaza Bib rambla. Yo tenía apenas ocho años recién cumplidos, pero ya adoraba los libros.
Aquella tarde mi padre había deseado huir en busca de palabras, pero no de palabras nuevas con la tinta aun fresca, no; buscaba palabras ya leídas, impresas en páginas amarillentas que oliesen a libro viejo. Y yo, había decidido acompañarlo.


Happy:)

miércoles, 30 de noviembre de 2011

Me busco entre mis palabras.

Para poder ver mis textos desde fuera, siempre he intentado leerlos como si leyese un texto de otra persona corrigiéndome como si no conociese el por qué de cada palabra, pero me ha resultado imposible. Sé por qué pongo lo que pongo, por qué uso esa palabra o por qué el personaje tiene los ojos azules. Mis historias son inventadas, no son reales, pero a menudo encuentro vivencias personales o amigos en mis textos. Ese fue el pensamiento que me hizo escribir esto, olvidar lo que había escrito para poder empezar desde el principio, encontrarme en mí misma en todo lo que escribo. Pero me he decidido mostrar esta idea porque por primera vez  hay un libro en mi estantería que tiene mi nombre entre sus autores, jamás imaginé que pudiese llegar a pasar. Por fin, participar en un concurso ha dado sus frutos. Gracias Cheerful por retratar nuestras tardes infinitas perdidas entre libros, entre palabras que nadie a leído todavía o entre palabras que fueron leídas por gente a la que no conocemos y de la que nos inventamos su pasado, porque tengo una anecdota curiosa que me hizo perder el pudor a sentarme en el suelo de una librería y soñar con vivir entre aquellos libros. Como siempre, gracias por todo.

Febrero de 2010

Paralizada, me quedaba paralizada cada vez que leía mi nombre en la portada de alguno de aquellos libros. Preguntándome sin parar cómo o en qué pensaría mientras lo escribía.
No recordaba apenas nada. Algunos miembros de mi familia, algunos detalles de mi casa, mi pareja actual y mis recuerdos de niña. Nada más. Me habían dicho que era profesora de lengua en un instituto a diez minutos del humilde piso en el que vivía con Fran desde hacía ya un año. Tengo 27 años y tres sobrinos. Veraneo en el pueblo de mi infancia y me gusta el chocolate con churros para desayunar los domingos; o eso me habían dicho.
Otras cosas las he ido descubriendo al ir retomando mi vida. Por ejemplo, solo tengo dos cursos en el instituto, todos mis pijamas con suaves, soy amante de los animales y las plantas y tengo dos tortugas, un petirrojo, seis peces y una perrita, y… soy escritora.
Nadie me había avisado, soy escritora y lo había olvidado. En mi ordenador he encontrado muchos borradores, anotaciones, concursos pendientes de participar, en los que ya he participado o de los que espero una respuesta. He publicado dos libros infantiles y uno para adolescentes pero a lo que más me dedico es a mandar textos cortos a revistas o concursos.
Me enteré de forma brusca. Iba caminando por la calle, por mi ciudad, que ahora me parece desconocida, en uno de mis paseos para volver a la movilidad. Una chica me vio desde lejos y se acercó a mí saludándome con alegría. De inmediato pensé que sería una de mis alumnas a la que no recordaba, pero sus palabras no me cuadraban.
“Madre mía, no me puedo creer que nos hayamos tropezado. Te admiro mucho y tus palabras me han ayudado en muchas ocasiones. ¿Te importaría firmarme esto?”
Nada de aquello me cuadraba en absoluto pero cuando me tendió el libro y lo abrió por la primera página no supe cómo reaccionar. Cogí el libro y miré la portada. En ella se veía una tijera que recortaba una estrella y muchas estrellas de papel amontonadas sobre un fondo oscuro: “Sueños recortados y brillantes como estrellas” Rezaba el título, y más abajo, mi nombre. No podía ser, aquello debía ser una equivocación. De pronto comprendí el significado del bolígrafo y las palabras de la chica.
“Creo que te equivocas de persona”.
“No lo creo, ahora tienes el pelo más corto pero eres clavada a la foto”.
Era cierto, en el hospital me habían cortado el pelo para la operación y aunque ya me había crecido aún no estaba de forma natural. Pero toda esta reflexión llegó mucho más tarde, en aquel momento la visión de la fotografía de la contraportada me dejó sin aliento. No había duda, era yo.
Llegado a aquel punto decidí que lo mejor era firmarle el libro y correr a pedir explicaciones.
Ahora, cuando entro a una librería y veo mis libros no paro de sorprenderme. Solo recuerdo el título de uno de mis escritos, los demás los leo como si no fuesen míos sabiendo que sí  lo son. El médico dice que solo recuerdo ese porque lo escribí cuando era muy joven y puede que haya mucho de mí ahí dentro. Por eso, ahora me busco entre las páginas de mis propias historias.

Happy:) & Cheerful_

lunes, 31 de octubre de 2011

Enamorada de la luna.


Este texto lo escribí muchos siglos atrás, quizás no tanto pero, al menos, dos años. No recuerdo la fecha exacta ni el motivo por el que me comenzó a interesar escribir sobre lobos. En el comienzo de la idea este texto no tenía continuación, acababa hasta donde llega y no había más. Eso era todo, no había pensado ni el antes ni el después y mucho menos en la vida de los personajes. Actualmente esto ha cambiado. Ahora esos personajes tienen nombre, vida, familiares y una historia que contar. Esto ha ocurrido gracias a un personaje peculiar que lleva insistiéndome dos años en que construya una gran historia a partir de este texto y antes del verano, (cansada de decirle que ya lo haría más adelante) me propuse hacerle como regalo de cumpleaños esta historia. Por desgracia su cumpleaños es en Octubre y esa historia maravillosa que le prometí aun está en construcción. Siento muchísimo que esto sea lo único que le puedo dedicar por su 16º cumpleaños, pero lo hago con todo mi cariño. Un besazo para In Love.

Septiembre, 2009 ¿?

En aquel lugar algo misterioso y peludo se movía entre los matorrales que rodeaban la explanada. Pero prefería permanecer allí tumbada, en el suelo, muerta de frío y de miedo. Intentando no moverme para no atraer a aquello que me rondaba. Fuera lo que fuera, me había llevado hasta allí mientras dormía, y ahora, no paraba de correr a mi alrededor.
La única claridad de la noche había procedido de la luna llena, pero las nubes la taparon y quedé en una oscuridad total. De repente el cielo se iluminó por rayo y sin tregua sonó un trueno ensordecedor.
Daba la sensación de que la tormenta quisiese partir el cielo… y cuando pensaba que nada podía ir peor, comenzó a llover y otro raya iluminó el cielo en respuesta a mi pensamiento.
Cuando estuve calada hasta los huesos, lo que corría a mi alrededor salió de los matorrales y se acercó a mí muy lentamente… sentí que mi corazón se aceleraba y todo mi cuerpo tiritaba tan fuerte que creí que me partiría los dientes, no estaba segura de si por frío o por miedo.  Siguió acercándose a mí y pronto pude oír su respiración agitada y sentir  su aliento tibio en mi nuca.
Yo seguía de espaldas a mi raptor cuando colocó su enorme hocico y empezó a empujar. Me estaba arrastrando pero ¿hacia dónde? Mi chándal viejo estaba cubierto de barro al igual que mi pelo, estaba descalza y empapada, me sentía sucia y con mucho miedo, me sentía morir. Aun así, hice fuerzas de flaqueza para intentar dejar de temblar e hice acopio de levantarme pero cuando por fin lo conseguí, me tambaleé y caí.
 Me costó unos segundos darme cuanta de que estaba recostada sobre el animal. Tenía un hocico grande y una dentadura temible, sus ojos reflejaban sabiduría y mucha preocupación, aquellos ojos tan profundos y azules. Tenía un largo y esbelto cuerpo totalmente cubierto por un espeso pelaje blanco que recibía la lluvia inmisericorde.
Era un lobo, eso sin duda, pero su mirada era sabia y su tamaño… era enorme, quizás el doble que un lobo común. Y su mirada…

Happy:)

viernes, 30 de septiembre de 2011

Hoy me siento feliz.

Por Almería y todas las personas que viven en ella y me hacen echar de menos esta maravillosa ciudad. Porque adoro su mar, su playa y su gente. Mi casa, el centro y todos los recovecos en los que nos hemos hecho una foto. Mis amigos, los scouts, y mi chico... Mi antiguo colegio, el parque de mi infancia y el olivo de mi jardín. Porque todo, absolutamente todo, lo echo de menos cuando me alejo de mi tierra. Porque aun soy capaz de perderme en esta ciudad, porque no importa lo que diga en mi DNI, yo he aprendido a soñar entre estas calles, he aprendido a nadar en esta playa, he conseguido ser feliz en esta casa. Y si me preguntan de dónde soy, contesto sin vacilar, porque estoy feliz de ser de aquí, porque estoy feliz.

Septiembre 2011.

Hoy me siento feliz, todo me parece feliz.
Y es que, por más que lo pienso no puedo encontrar la forma de tener más de lo que ya tengo.
Soy feliz. Soy joven, estoy sana y tengo una familia que me quiere; tengo unas amigas en las que confío más que en mi misma y tengo a un chico al que quiero con locura y que él dice quererme también.
No me va mal en los estudios, soy una empollona y no me da vergüenza serlo; soy cristiana y estoy orgullosa de serlo; soy scout y me encanta serlo; y aunque no soy una deportista muy buena, voy a las entrenamientos de mi club con la cabeza bien alta y estoy contenta de defenderme sin problemas nadando.
En resumen, ¿se puede ser más feliz?
El agua caliente corre por mi espalda y una canción sobre las locuras de dos enamorados suena desde mi reproductor, suena el estribillo y yo lo canto a gritos luchando por no morder el cepillo de dientes y que no me entre espuma en los ojos.
Y salgo de la ducha y me miro en el espejo bailoteando y me siento guapa, me siento optimista, me siento feliz.
Peino mi pelo oscuro y ayudo a mis tímidas ondas a despertar. Me deslizo en mi vestido blanco, no muy ajustado por mi cuerpo regordete; pero hoy me parece adorable. Me pinto una fina raya negras remarcando el contorno de mis ojos, casi inexistente que no ayuda en nada más que en sentirme como una niña coqueta. Tras deslizar mi dedo lleno de vaselina por los labios y lucir unos grandes pendientes, estoy lita para descender la escalera. Cuando bajo por ella me siento una diosa, una princesa, siento que podría pisar a cualquiera. Soy feliz.
Me despido de mi hermana que disfruta de su noche de “pizza y peli”. Yo salgo de mi casa para adentrarme en la noche almeriense pisando fuerte sobre mis sandalias planas.
Aquella tarde había sido genial, una tarde de amigas. Charlas, risas, un helado, fotos y ropa. Una tarde tranquila y feliz, paseando por el centro.
Me siento dichosa y afortunada. Soy feliz.
Mis padres, que se quieren y a pesar de sus momentos duros viven en cooperación absoluta, iban a disfrutar esta noche de una noche de tapas con sus amigos. Mi hermana pequeña tenía su película; y esa tarde, antes de salir, había hablado con mi hermana mayor por teléfono. Esta un poco agobiada con las clases de la universidad, pero acababa de terminar el último examen del semestre y eso noche iba a celebrarlo con unos amigos.
Esta noche todo el mundo es feliz, esta noche el aire está lleno de dicha; porque esta noche, soy feliz.
Y cuando bajo del autobús y tras mirar un segundo el mar y le veo esperándome, casi no puedo respirar de felicidad. Y si os pudiese contar lo que sentí cuando se inclinó a rozar sus labios entreabiertos con los míos…
He decidido que quien no es feliz es porque no quiere, porque no sabe ver la belleza del mundo, porque yo hoy la veo en cada rincón. Esta noche sin luna me siento brillar de felicidad y puedo brillar por los que me rodean.
Me siento gigante, hoy los pesimistas me parecen unos pusilánimes, hoy solo quiero ser feliz.


Happy :) & Cheerful_

miércoles, 31 de agosto de 2011

Una vida sobre el mar.

Este cuento lo escribí en primero de secundaria cuando yo aun estaba descubriendo que escribir podía ser una diversión. Este cuento lo entregué como redacción para la clase de lengua y cuando me tocó leerlo en voz alta uno de mis compañeros me acusó de haberlo sacado de Internet. Al principio me asusté por si aquella acusación podía traerme problemas pero al ver que la profesora no le daba importancia no pude hacer menos que sentirme orgullosa. Después de dos años no lo veo con los mismos ojos pero le sigo teniendo mucho cariño por regalarme mi primer instante de gloria como inventora, de amiga de las palabras.
La foto tan preciosa que acompaña es de mi tío, un fotógrafo con mucho talento y una persona que te puede hacer reír a carcajadas. Gracias por prestarme esta foto, un beso.

Mayo 2009

El mar para muchos no es más que una gran extensión de agua salada, pero para la mayoría de los marineros es su esposa.

¿Qué es el mar para ti? ¿Un lugar con agua fresquita para poder bañarte después de tomar el sol? Es muy posible que esta visión del mar incomodara mucho al muchacho sobre el que os voy a hablar.
Antes de la existencia de los motores y de los barcos con ellos, los b.arcos funcionaban con velas y eran empujados por la fuerza del viento, y era en ese tiempo en el que vivía Will.
Una mañana cuando un velero salía de un importante puerto de una gran ciudad, un joven muchachi se escondió en un barril aprovechando el alboroto del embarque y consiguió que no lo descubrieran hasta que ya era irremediable. Cuando subió a cubierta y el capitán se enteró de su presencia,  lo mandó a la cocina para hacer de recadero. Podría haberlo castigado pero aquel capitán albergaba un gran corazón y decidió dejar que se quedara. Así fue como desde muy pequeño comenzó a servir en un velero, fregaba los suelos de cubierta y de vez encuando hacía las tareas de un marinero perezoso por una mezquina recompensa.
Transcurrió su primer viaje, y después de este muchos más y así consiguió Will dejar su casa con tan solo diez años. Y nunca regresó. Siempre estubo enañorado del mar, pero sus padres eran posaderos y no conocía todos los peligros que pronto descubrió.
Y el viejo dicho de: " Una novia en cada puerto igual que los marineros" se dio cuenta de que era cierto en muchos casos y fue participe de él en alguna ocasión cuando tenía diecisiete o dieciocho años.
Nunca supo cuantos años tenía exactamente, ni cuando era su cumpleaños. Tenía el vago recuerdo de que había nacido en verano pero tampoco conocía la fecha.
Pero sí sabía que tenía diez años cuando había empezado su vida de verdad, cuando dejó su casa y se entregó al mar. Después de su primer viaje en el que solo era un polizón muchos marineros, y hasta el capitán, le habían tomado cariño y no les gustaba la idea de abandonarlo en cualquier ciudad. Por eso acordaron aceptarlo en la tripulación ya que era lo que el niño más deseaba, y como había sido eficiente le enseñarían a ser un buen marinero al servicio del rey y de su país.
Will pasó de ser un grumete a ser un destacado marinero en algunos veleros importantes; también pasó de servir simplemente en la cocina y cuando había tormenta esconderse debajo de la cama, a trabajar en cubierta y cuando había una tormenta estar al ppie del cañón para lo que hiciera falta.
Su mayor sueño siempre fue llegar a formar parte de un buque de guerra al servicio de los reyes de Inglaterra. Sueño que alcanzó al conseguir los treinta y cinco.
Nunca tendría un hogar al que volver, ni una familia a la que mandar el dinero que ganaba, ni una chica en la que pensar enn su largas jornadas en alta mar. O eso pensaba él hasta que se cruzó en su camino con una joven. Estaban amarrados en puerto por las reparaciones del buque en el que navegaba. Después de una guerrilla en alta mar contra una tripulación francesa había desperfectos y se hospedaba en la ciudad cuando se la encontró.

Nunca me contaron exactamente cómo acabaron juntos, pero lo hicieron y no fue un noviazgo pasagero de la juventud como los anteriores. Aquelló le llegó muy profundo y en opiniión de algunos marineros, fue muy perjudicial para su carrera. Solo pensaba en ella y en regresar a su lado. Por eso, cuando se casaron y tuvieron su primer hijo, Will dejó la Armada y comenzó a trabajar en un velero mercante. Y aunque pasaba mucho tiempo fuera de casa, los cuatro hijos que tuvieron conocieron a su padre y supieron que murió en el mar y que su último aliento fue de aire salado porque el quería que así fuera. Y os aseguro que el verdadero amor de Will era el mar, y la amó desde los diez años.


Happy :) & Topoaguilera

domingo, 31 de julio de 2011

Gaviota despistada


Esta historieta esta claramente dedicada a Gaviota Despistada, porque lo vi apoyado en el árbol, en aquella piscina municipal después de aquella largo caminata. Sus calcetas, sus gafas, su sombrero, sus botas, sus pantalones… y tuve un pensamiento expresado en voz alta que al principio temí que fuese tomado a mal “eres todo un personaje” Y así fue como comencé a hacer preguntas impertinentes sobre su familia, sus gustos, sus novias y su infancia… Espero no haber sido muy pesada. Y que esta historia no resulte incómoda porque en muchas ocasiones el personaje solo es Pepelu físicamente, ya que me temo que no lo conozco lo suficiente para saber cómo reaccionaría en cada ocasión.
Pero además de a Pepelu, también se lo quiero dedicar a todos los scouts. Por todas, las cosas que compartimos y compartiremos, por los momentos, los abrazos, los juegos y las guerras de agua. Por todas esas cosas que aparecen en una canción de Alejandro o de Jesús o de un loco que no conocemos, pero al cantarlas sentimos que tiene razón.
Por último mencionar que este cuanto es un poco especial, hay cosas contadas a medias pero que ciertas personas entenderán a la perfección. Cuando tu escribes un cuento lo haces dando todos los detalles necesarios para que cualquier lector anónimo comprenda, me temo que en esta ocasión no va a ser así.
Espero que os guste.
PD: La foto de las gaviotas es de Cheerful, siempre dispuesta a ofrecerme lo que haga falta, gracias.

Julio de 2011

A veces pienso que tal vez solo sea un fantasma o una imaginación, pero el recuerdo es tan vivo…
Nunca le he hablado a nadie de él pero creo que ha llegado el momento.
Cuando lo vi por primera vez, paseaba mi mayoría de edad recién estrenada por una playa en la que estaba veraneando con unas amigas. Caminaba sola muy temprano, y  hacía ya dos horas que había dejado el pueblo atrás. Si me hubiese vuelto en cuanto lo pensé, no lo habría conocido, pero seguí caminando hasta unas rocas y al subirme en una de ellas le vi. Estaba acostado sobre la arena muy cerca del rompe olas y empapado por las salpicaduras. Un montón de objetos se esturreaban a su alrededor y lo primero que pensé fue que había tenido un accidente o que se encontraba enfermo o…
Me esperaba de todo menos lo que ocurrió.
Me incliné sobre su rostro buscando heridas y mi pelo tocó su cuerpo por error. En su rostro se dibujó una sonrisa plena que apenas dejaba imaginar sus dientes, y abrió los ojos diciendo: “Soñaba que me despertaría un ángel y se ha cumplido”.
Aquella vez fue la única que le vi los ojos, pero no consigo recordar de qué color eran. Se puso de inmediato las gafas de sol el resto de su pintoresco atuendo y cuando estuvo ante mí no pude más que mirarlo de arriba abajo y analizar. Llevaba unas botas de cuero desgastadas por el uso, unas calcetas verdes a rayas y unos pantalones vaqueros por las rodillas, una camisa scout, una pañoleta y un cuatro bollos; cabello castaño y barba de pocos días.
Más tarde, ni siquiera recuerdo cuándo, encontré mil detalles curiosos en su vestimenta  que me llamaron tanto la atención que me gustaría mencionarlos. En uno de los bolsillos traseros de los desgastados pantalones vaqueros llevaba un parche con la cabeza de Jack Skeleton, como pasanudos llevaba una cabeza de turco y en la punta de la pañoleta un silbato, llevaba su tótem grabada con la dedicatoria de la jefa, y en la camisa scout llevaba las insignias de todas las ramas lo que le convertía en todo un veterano… y muchos otros detalles pequeños.
Pero volvamos al momento en el que todo aquello se me escapaba.
Se presentó como “Gaviota Despistada” y me invitó a ir al pueblo con él para desayunar. Por un segundo volví a la realidad y rechacé la oferta del desayuno aunque fuimos juntos andando hasta la casa en la que me alojaba y eso nos dio la oportunidad de hablar durante horas. Y hablamos…
El comenzó contándome que acababa de llegar de un campamento y por eso iba con el uniforme scout al completo. Yo le conté que de pequeña había sido scout pero que cuando los estudios habían empezado a complicarse, tuve que dejarlo. Él habló de su abuela, que vivía en aquella aldea, y que venía a visitarla todos los años por su cumpleaños.
En aquella conversación descubrí cosas sobre él que no conocía ni de algunas de las personas más cercanas a mí: su color favorito era el verde y su número el 13; el día de su cumpleaños, el 13 de febrero.
-Justo en la víspera del día de los enamorados –dijo con una sonrisa.
También le sonsaqué su nombre aunque me dijo que le encantaba presentarse con su tótem scout. Su nombre era Pepelu.
Logró que hablase sobre mis dudas acerca de estudiar filosofía porque, a pesar de ser lo que quería, no resultaba con salidas económicas. Me hizo recordar mis días como scout con un cariño entrañable y pasó la mañana como un suspiro mientras hablaba con aquel extraño al que ya consideraba amigo.
Llegué a nuestra casita de alquiler y me despedí de él, pero mis amigas seguían durmiendo a pesar de ser cerca del medio día. Así que jamás les conté mi encuentro. Sé que en aquel momento tenía alguna razón, pero no la recuerdo.
Pasé varios días pensando en aquel extraño encuentro, en que me gustaría repetirlo, pero no había guardado ningún contacto: ni una dirección, ni un número, ni un correo electrónico…
Así que me agarré a lo único que me unía a aquel extraño personaje.
Caminé por la playa hasta el escollo donde lo vi por primera vez, a la misma hora y contra todo pronóstico, allí estaba.
Se encontraba sentado en la arena con un poncho de lana de llama y un palestino resguardándolo del aire frío de la mañana y, para mi sorpresa, tocaba la guitarra. Susurraba una canción muy bajito y me acerqué con la estrategia de que fingiría haber venido por casualidad.
-¿Qué tocas? –pregunté a modo de saludo.
-Has tardado mucho, te he esperado varios días aquí sentado –dijo sin dejar de tocar, mirándome desde el resguardo de sus gafas de sol. Jamás sabría de qué color son sus ojos.
-¿Perdona?
-Estoy tocando un viejo tema de Muse.
Así comenzó otra mañana desde muy temprano con aquel chico. Caminamos por la orilla y cuando empezó a hacer calor se liberó del poncho y del palestino y pude ver una camiseta con un rótulo en danés.
Así fue como le pregunté sobre los lugares a los que había viajado, y comenzó a contarme todo lo que había vivido en los largos viajes solo, con sus amigos de la infancia o con su perrito Badi, que más tarde me contó que aquel nombre venía de Baden Powell.
Me contó que fue a Jerusalén y luego a palestina para intentar entender porqué peleaban, quien tenía la razón o si había alguna solución. Me contó cuando fue a Cabo Verde y de cómo todos le trataban como un Dios por ser blanco y por permitirse comer un bocata cada día. Justo después de estar en Kingston, Jamaica, fue a La Habana, Cuba, para intentar comparar el capitalismo con el comunismo y me contó que ninguno daba  la felicidad al cien por cien de la población, unos contentaban a unos y otros a otros.
Llegamos a la cafetería de la aldea justo cuando me contaba que había encontrado a su primer amor en una cafetería, una chica morena y zapillera de su ciudad natal.
Le pregunté sobre sus otro amores y contó que aquella chica había sido un primer amor que no se olvida, que había otras pero nada especial y, aunque creía tener una hija en algún recóndito lugar de los Estados Unidos, ni siquiera estaba seguro.
Hubo un momento en el que la conversación giró hacia mí cuando cogimos los cruasanes de la barra y nos sentamos, pero me daba la sensación de que yo no tenía nada que contar, nada comparado con sus innumerables viajes, que no había vivido nada en aquellos dieciocho años.
Pero él me tranquilizó diciendo que había comenzado a viajar con mi edad, que antes solo había llegado hasta la desembocadura del río a las afueras de su ciudad.
Le pregunté como escogió los lugares que visitar y me dijo que cuando estas en China y te acabas de hacer rico vendiendo vaqueros y todos los carteles están en mandarín solo hay una frase que te indica el rumbo a seguir: “Escoger caminos aleatorios elegido al azar”.
Después de devorar dos cruasanes y un vaso de zumo me tenía que ir, muy a mi pesar.
- Espera, esta noche pasa algo muy especial y me gustaría compartirlo contigo. ¿Te importa si te recojo antes de que anochezca? – dijo cuando me levantaba – Y, por cierto, debes llevar algo para bañarte y ropa de abrigo.
Aquella noche tras ir al cine de verano con mis amigas, nos duchamos y ellas se prepararon para ir de fiesta; yo, en cambio, me puse el bikini, unos vaqueros largos, unos deportivos y la sudadera más gustosa y recia que tenía en la maleta.
Me recogió cuando ya apenas se veía en la calle y mis amigas ya se habían ido. Subí al coche desde el que me pitaba, llevaba mi toalla y el resto de mis efectos personales en mi mochila de rayas.
- ¿Preparada?
Asentí, intrigada por ver lo que me esperaba aquella velada.
Él encendió la radio y de inmediato sonó un tema de jazz y tras encender el motor enfiló el estrecho carril que avanzaba en paralelo a la playa.
No llevaba las gafas de sol pero las luces verdosas de los botones de la radio no eran suficientes para ver sus ojos.
Después de media hora de camino llegamos a una pequeña ensenada entre dos altos acantilados.
Gaviota aparcó el coche al principio de la arena y se apeó. Rescató del asiento trasero su mochila de montaña, que ya conocía de nuestros encuentros anteriores, y se acercó a mí que lo esperaba expectante.
En ese momento no reparé en el libro de astronomía que sostenía en una mano, pero sí lo vi cuando lo depositó sobre la arena junto con su mochila y su camiseta y se zambulló en el mar.
- Ven, no te cortes, el agua es muy cálida en esta playa las noches de verano.
Dejé atrás mis pantalones, mi camiseta, el bolso, la toalla y la timidez. Fui tras él en el agua y reí como nunca. Jugamos y nadamos durante horas y cuando la luna creciente descendía, Pepelu me invitó a que saliéramos del agua y nos secásemos. Fuera del agua cálida la brisa gélida de aquella región se escabulló entre mis cabellos mojados y me congeló hasta los huesos.
Me quité el bañador mojado cubriéndome con la toalla y me apresuré a reemplazarlo por la ropa seca y a esconderme bajo la sudadera. El cabello mojado no tenía remedio, así que lo sequé cuanto pude y lo cubrí con la capucha.
Conforme yo hacía esto, Pepelu había hecho lo propio y ahora estaba cubierto con su poncho de lana y su palestino y me miraba esperando… No estoy segura qué esperaba pero lo que fuera, ocurrió. Cambió su expresión y me regaló una sonrisa tímida y comenzó a decir.
- Hoy es 10 de agosto, día de San Lorenzo. Es el día más caluroso del año porque a San Lorenzo lo quemaron en una hoguera y dicen que derramó lágrimas de fuego.
Miró al cielo cuando acabó de decir esto y lo que vi me dejó sin palabras. El cielo estaba plagado de estrellas fugaces, maravillosas lágrimas de fuego derramadas por San Lorenzo.
Me tumbé al lado de Pepelu y disfrutamos del espectáculo durante horas, comentando cosas como las constelaciones, la vía láctea o las supernovas. Me dormí al cabo de un par de horas viendo las estrellas cayendo del cielo como único techo y entretenimiento. “Quién necesita televisión después de esto”, ese último pensamiento quedó perdido entre la vigilia y el sueño.
A la mañana siguiente nos despertamos con el alba y me dejó en mi casa incluso antes de que mis amigas terminaran con su noche de baile y chicos.
Los días en aquel lugar maravilloso topaban a su fin y yo quería exprimirlas a tope.
Con mis amigas hicimos noche de películas y margaritas, días de playa eternos y noche de baile e intentamos despedirnos de todo. Pero yo no podía parar de pensar que de lo único que no me había despedido era de lo que más deseaba despedirme: una gaviota despistada.
Así que pronto, o eso creí, decidí ir a buscarlo. Al principio no supe a dónde y caí de nuevo en que no habíamos intercambiado ninguna seña.
Llevaba dos mañanas sentada en la playa cuando apareció con sus gafas de sol y su mochila cargada.
- Debo irme – dijo sin más – he venido a despedirme.
- Yo también, pero… - me quedé bloqueada – no sé qué decir.
- No hay nada más que decir, ven aquí y dame un abrazo.
Y tras estrecharme entre sus brazos se dirigió hacia el sur a un nuevo viaje, una nueva anécdota.
A la mañana siguiente cuando cogía mis maletas para dirigirme a la estación, vi una gaviota que volaba hacia el sur, una gaviota despistada.
Ahora hablo de él, me he acordado de él, de mí…de lo que creía ser un sueño, porque lo he visto en una foto en el periódico, tal y como lo recordaba. Con sus calcetas, sus gafas y su palestino. Había salvado a un vagabundo de morir ahogado en la frontera de nuestro país. No quedaba claro si iba o venía pero sé una cosa, debo dejar guardado ese recuerdo, guardar con cariño aquella amistad y dejar volar a la gaviota despistada.

Happy :) & Cheerful_