viernes, 30 de septiembre de 2011

Hoy me siento feliz.

Por Almería y todas las personas que viven en ella y me hacen echar de menos esta maravillosa ciudad. Porque adoro su mar, su playa y su gente. Mi casa, el centro y todos los recovecos en los que nos hemos hecho una foto. Mis amigos, los scouts, y mi chico... Mi antiguo colegio, el parque de mi infancia y el olivo de mi jardín. Porque todo, absolutamente todo, lo echo de menos cuando me alejo de mi tierra. Porque aun soy capaz de perderme en esta ciudad, porque no importa lo que diga en mi DNI, yo he aprendido a soñar entre estas calles, he aprendido a nadar en esta playa, he conseguido ser feliz en esta casa. Y si me preguntan de dónde soy, contesto sin vacilar, porque estoy feliz de ser de aquí, porque estoy feliz.

Septiembre 2011.

Hoy me siento feliz, todo me parece feliz.
Y es que, por más que lo pienso no puedo encontrar la forma de tener más de lo que ya tengo.
Soy feliz. Soy joven, estoy sana y tengo una familia que me quiere; tengo unas amigas en las que confío más que en mi misma y tengo a un chico al que quiero con locura y que él dice quererme también.
No me va mal en los estudios, soy una empollona y no me da vergüenza serlo; soy cristiana y estoy orgullosa de serlo; soy scout y me encanta serlo; y aunque no soy una deportista muy buena, voy a las entrenamientos de mi club con la cabeza bien alta y estoy contenta de defenderme sin problemas nadando.
En resumen, ¿se puede ser más feliz?
El agua caliente corre por mi espalda y una canción sobre las locuras de dos enamorados suena desde mi reproductor, suena el estribillo y yo lo canto a gritos luchando por no morder el cepillo de dientes y que no me entre espuma en los ojos.
Y salgo de la ducha y me miro en el espejo bailoteando y me siento guapa, me siento optimista, me siento feliz.
Peino mi pelo oscuro y ayudo a mis tímidas ondas a despertar. Me deslizo en mi vestido blanco, no muy ajustado por mi cuerpo regordete; pero hoy me parece adorable. Me pinto una fina raya negras remarcando el contorno de mis ojos, casi inexistente que no ayuda en nada más que en sentirme como una niña coqueta. Tras deslizar mi dedo lleno de vaselina por los labios y lucir unos grandes pendientes, estoy lita para descender la escalera. Cuando bajo por ella me siento una diosa, una princesa, siento que podría pisar a cualquiera. Soy feliz.
Me despido de mi hermana que disfruta de su noche de “pizza y peli”. Yo salgo de mi casa para adentrarme en la noche almeriense pisando fuerte sobre mis sandalias planas.
Aquella tarde había sido genial, una tarde de amigas. Charlas, risas, un helado, fotos y ropa. Una tarde tranquila y feliz, paseando por el centro.
Me siento dichosa y afortunada. Soy feliz.
Mis padres, que se quieren y a pesar de sus momentos duros viven en cooperación absoluta, iban a disfrutar esta noche de una noche de tapas con sus amigos. Mi hermana pequeña tenía su película; y esa tarde, antes de salir, había hablado con mi hermana mayor por teléfono. Esta un poco agobiada con las clases de la universidad, pero acababa de terminar el último examen del semestre y eso noche iba a celebrarlo con unos amigos.
Esta noche todo el mundo es feliz, esta noche el aire está lleno de dicha; porque esta noche, soy feliz.
Y cuando bajo del autobús y tras mirar un segundo el mar y le veo esperándome, casi no puedo respirar de felicidad. Y si os pudiese contar lo que sentí cuando se inclinó a rozar sus labios entreabiertos con los míos…
He decidido que quien no es feliz es porque no quiere, porque no sabe ver la belleza del mundo, porque yo hoy la veo en cada rincón. Esta noche sin luna me siento brillar de felicidad y puedo brillar por los que me rodean.
Me siento gigante, hoy los pesimistas me parecen unos pusilánimes, hoy solo quiero ser feliz.


Happy :) & Cheerful_